ENRIC PRATS
Si me pongo a pensar, no recuerdo en qué momento exacto decidí que quería ser veterinario. Solamente sé que fue hace mucho tiempo. De hecho, cuando cursaba primero de primaria nos dijeron en clase que teníamos que escribir en una especie de diploma a qué nos queríamos dedicar cuando fuéramos mayores. Ya en aquel momento, con mi espantosa letra (la cual no ha cambiado demasiado), escribí que quería ser VETERINARIO. Por desgracia, dicho papel ha desaparecido. Pero, por suerte, mi madre hizo una recreación de ese diploma y me lo entregó cuando me gradué. Os adjunto una prueba gráfica de ese momento:

11 años después estaba cogiendo un vuelo rumbo a Barcelona para empezar el grado en Medicina Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona. Fueron 5 años mágicos de los que conservo grandes recuerdos y, sobre todo, grandes amistades. Pero no todo fue un camino de rosas. Cuando entré en la facultad tenía claro que quería dedicarme a la clínica generalista, pero pasados casi 3 años de la carrera y habiendo hecho ya un número significativo de prácticas, me di cuenta de que ese no era mi camino. Seguía sintiendo el mismo amor hacia los animales que el primer día y quería seguir dedicando mi futura vida laboral a ellos, pero no sabía como.
En ese momento me paré a recapacitar qué campos de la veterinaria que habíamos visto durante la carrera habían despertado en mí esa pasión y deseo de seguir aprendiendo y mejorando. Entonces lo tuve claro: la Etología. Esa asignatura, por desgracia relegada a un segundo plano durante la carrera, fue sin duda la que más disfruté y la que consiguió tenerme completamente enganchado tanto a sus clases prácticas como teóricas.
Fue en ese preciso instante cuando se cruzó en mi camino el Dr. Tomàs Camps. Él había sido mi profesor en casi todas las prácticas de etología y en alguna que otra clase teórica. Esto, sumado al hecho de que venimos de la misma tierra, me impulsó a pedirle consejo e información sobre las salidas profesionales de la etología y, de paso, a preguntarle si estaría dispuesto a tutorizarme el trabajo final de carrera.
La mala noticia fue que me dijo que le era imposible hacerse cargo de mi trabajo. La buena fue el motivo de esa negativa, ya que justo ese año dejaba su trabajo en la universidad para embarcarse en el proyecto más personal e importante de su vida: Etovets. Por suerte, aunque me había cerrado las puertas de hacer el TFG con él, me abrió las puertas de su nueva casa. Me dijo que estaría encantado de que realizase mis prácticas de campo, obligatorias tras finalizar la carrera, con él en Etovets.
Y así fue. Me gradué en veterinaria en junio de 2018 y en julio empecé mis prácticas. Desde ese momento nuestros caminos no se han separado, primero haciendo prácticas y desde principios de 2019 como veterinario de la plantilla. Durante todo este tiempo me he ido formando tanto a nivel teórico como práctico, para poder ofrecer a nuestros peludos pacientes el mejor servicio posible.
También cabe destacar que realicé el primer Curso de Educadores Caninos de Etovets. Una experiencia única que me ayudó a crecer tanto a nivel personal como profesional, la cual recomiendo a todo aquel que quiera aprender a mejorar la vida y el bienestar de nuestras mascotas.
Todo este camino no ha estado exclusivamente ocupado por trabajo, sino que lo he podido compaginar con mis aficiones (las cuales han sido variadas y han ido cambiando durante los años). Justo antes de entrar en la carrera tocaba la batería en un grupo de música, del cual estoy muy orgulloso y con el que llegamos a tocar en unas fiestas de Sant Sebastià.

Aparte de la música, la cual lamentablemente abandoné cuando me fui a Barcelona, he tenido diferentes hobbies. Cuando era más pequeño me encantaba el tenis, el cual acabé sustituyendo por el pádel al cabo de los años. Aunque no juego todo lo que me gustaría, nunca me niego a echar un partido con los amigos.
Otra de mis aficiones, aunque no sea un experto cinéfilo, es sumergirme en una buena película o serie (admito que soy de esos que disponen de todas las plataformas de streaming habidas y por haber). También disfruto leyendo un buen libro o jugando a videojuegos con mis amigos.
Dicho esto, mi gran pasión es la comida. A pesar de que también disfrute cocinándola, disfruto infinitamente más comiéndola. Pese a que me gusta cualquier tipo y estilo de cocina, mi debilidad son las hamburguesas. He recorrido todas las hamburgueserías de la isla y siempre que puedo las cocino en casa. Así que ya lo sabes, si necesitas que te haga un favor, invítame a una buena hamburguesa y seré todo oídos.
Solo me queda dar las gracias a Tomás, Pilar y Sara por permitirme forma parte de esta nueva etapa de Etovets, la cual estoy seguro que estará llena de grandes momentos tanto para nosotros como para vosotros y vuestras mascotas.